En un óptimo desarrollo de un proyecto agrovoltaico los pastos que se creen serán el único recurso alimentario para los animales. En este sentido es fundamental conocer la calidad inicial de los terrenos y de la cubierta vegetal y este primer diagnóstico debe permitir fijar la estrategia de gestión de la cobertura vegetal (posible carga y elección entre resiembra total o resiembra local) para intentar maximizar el potencial productivo de los terrenos.
En primer lugar, entonces, se debe evaluar el potencial agronómico del suelo y calcular la reserva de agua útil del suelo que nos dará pistas sobre el potencial productivo de los terrenos lo que permitirá diseñar la mezcla pascícola de mayor interés a establecer o mantener si ya estuviera. La estrategia de gestión debe ser coherente con las cuestiones medioambientales y de biodiversidad.
Es importante estudiar la presencia de determinadas plantas de bajo valor forrajero o muy invasoras, como zarzas, aliagas, erizones, enebros, tomillos, etc, para intentar reducir al máximo su presencia y expansión.

Las Posibles estrategias a seguir serían:
- En zonas con condiciones pedoclimáticas difíciles, donde predominan especies “de mala calidad”, es preferible mantener el equilibrio de la pradera natural, aunque su valor sea bajo.
- En zonas con condiciones edafológicas y climáticas más favorables, se recomienda enriquecerla mediante resiembras parciales o totales con especies de alta palatabilidad y valor forrajero.
- En todos los casos, proceder a la eliminación de las plantas perennes poco palatables y de bajo valor forrajero.
- Si el diagnóstico agronómico revela un mal estado de la cobertura inicial se recomienda una resiembra total de la superficie antes.
- Si el diagnóstico agronómico encuentra que más del 50% de especies serían clasificables como “buen forraje”, entonces se recomienda su conservación.
Para conseguir una operación de resiembra exitosa se recomienda trabajar con especies agresivas por su velocidad de establecimiento (por ejemplo, el raigrás inglés y el trébol blanco) y su competitividad.
Como una pradera necesita alrededor de un año para establecerse es necesario que el gestor del proyecto planifique esta fase de replantación de praderas en el cronograma del proyecto, al menos un año antes.
Es necesario un período de aproximadamente 3 años para el desarrollo de una cubierta herbácea homogénea adecuada para el mantenimiento casi exclusivo de las ovejas.
Seleccionar semillas forrajeras adaptadas a la coactividad ganadera. La diversidad específica de las praderas es una palanca para un mayor desarrollo de las zonas y un aumento del rendimiento zootécnico (delagarde, 2014). Es por esto que se recomienda el uso de mezclas de pastizales de múltiples especies
En Estados Unidos hay empresas de semillas comercializan mezclas forrajeras dedicadas a la revegetación de parques fotovoltaicos con pastoreo de ovejas (no así en España-Francia actualmente).