Las especies aromáticas y medicinales son valorizadas generalmente por su producción de uno o varios principios activos que presentan alguna propiedad terapéutica y/o aromática y que son perfectamente compatibles con la producción apícola de calidad. Son especies con una gama muy extensa de productos y mercados finales (planta viva, hierba seca, hierba fresca, aceite esencial, extracto, etc.). Son cultivos que están experimentando un interesante crecimiento y que adecuadamente manejados, promocionados y puestos en valor, pueden ser objeto de una importante transformación en el territorio, siendo capaces de generar más puestos de trabajo que los cultivos que sustituirían generalmente cereal de secano.
Las aplicaciones son múltiples y el mercado es amplio, diverso y con mucho potencial: En la industria alimentaria, abarcan desde la extracción de aditivos naturales como saborizantes, colorantes, antioxidantes, conservantes, hasta la elaboración de productos dietéticos de licorería o de nutrición animal; en la industria farmacéutica se aplican en extractos, medicamentos, herboristería y farmacia veterinaria; en cosmética se utilizan para elaborar perfumes, colonias, jabones, sales de baño, tintes, dentífricos, y un largo etcétera. Paradójicamente, la mayor parte del consumo nacional de estas plantas se abastece de importaciones del exterior, cuando podrían ser producidas en nuestros secanos.

Actualmente hay una gran demanda nacional e internacional de productos, subproductos y/o moléculas de origen natural de alta calidad, para diversas industrias como: las cosméticas, los biopesticidas, la industria farmacéutica y la de aditivos alimentarios, entre otras. Estos mercados exigen productos finales estables en su composición química y por tanto prefieren cultivos controlados y procesos de transformación muy reglados que se podrían desarrollar en terrenos comprendidos dentro de estos parques fotovoltaicos.
Estudios apuntan a que estos cultivos pueden ser hasta un 30% más rentables que el cereal. Una vez en producción se ha estimado que por ejemplo el cultivo de la lavanda genera unos ingresos por venta del aceite esencial, con una producción de entre 25 y 35 litros por ha, de unos 2.050 euros por hectárea y año. La inversión inicial entre adquisición de planta, preparación del terreno y plantación puede suponer superar los 3.000 euros.
Incluso no se debe descartar que por su singularidad, belleza y aromas que desprenden estas plantaciones tengan un beneficio inesperado, incluso entre placas, que es la atracción turística por la espectacularidad de los campos en flor que suponen una experiencia enriquecedora y atractiva para el turista urbano. En algunos territorios esto se ha desarrollado con visitas guiadas, venta de productos derivados in situ o en mercados, actividades gastronómicas, etc.